En la primera de las lecturas de hoy, del santo evangelio según san Mateo, Jesús el Justo recalca nuevamente el valor de la acción frente a la teoría, la crítica hipócrita y destructiva y la falta de observancia para con su compromiso de ancianos, sumos sacerdotes, de escribas y fariseos.
Al igual que en la parábola de Zaqueo, queda claro que son nuestros actos, y no nuestras palabras las que hablan por nosotros ante Dios. La condición de publicano de Zaqueo frente a los fariseos evidencia como las apariencias llevan normalmente al engaño, porque no oro todo lo que reluce, y aquellos que parecen los primeros atentan doblemente contra Dios y sus hermanos, defraudando su misión y la confianza que el pueblo deposita en ellos, y lo hacen además desde la soberbia y la altivez, desde la avaricia y la presunción, desde el engaño y la corrupción. Desde la reincidencia y la autocomplacencia propia de la corrupción del ser y el renegar de Dios.
«A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido». —Luc.18:9-14
Jesús actúa, porque su compromiso para con nosotros es un compromiso de acción, no de teoría y contemplación.
«Los clérigos y los teólogos han recibido las llaves
del conocimiento, pero las han escondido. No entraron ellos, ni
permitían entrar a los que sí deseaban».
Y menos aún de la crítica hipócrita y la autoindulgencia perniciosa y soberbia de quienes, tendiendo el conocimiento, deciden traicionar a Dios, faltando a su compromiso y abandonando a sus hermanos.
En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.