Lecturas de hoy y su reflexión, miércoles 23 de diciembre de 2020
Lecturas de hoy y su reflexión, miércoles 23 de diciembre de 2020.
4ª semana de Adviento
Lecturas de hoy; el santo evangelio según san Lucas 1, 57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea.
Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
«Pues ¿qué será este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él
Evangelio de hoy y su reflexión.
La primera de las lecturas de hoy, del santo evangelio según san Lucas, se centra, nuevamente, en torno a la concepción y el nacimiento de Juan el Bautista, para contextualizar y poner en valor su figura como puente entre dos etapas, la de lo viejo (el antiguo testamento) y lo nuevo (el Hijo del Hombre y su mensaje).
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella…
Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento. Porque él será grande delante del Señor; no beberá ni vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre. Y él hará volver a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. —Lc 1:14-17
Por ello lo de recalcar la gran misericordia que se había hecho sobre Isabel, del mismo modo en que el nombre revelado por el arcángel Gabriel a Isabel, no tuviera previa representación en los antepasados de la familia (puente-ruptura),
«Ninguno de tus parientes se llama así»
o que su propio padre, el sacerdote Zacarías, tuviera que confirmar su nombre mediante una tablilla (enmudecido por la duda del que predica pero, a la hora de la verdad, duda, defraudando sus palabras a sus actos).
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre».
E inmediatamente recupera el habla luego delante de todos, una vez habían comprobado los allí presentes su mudez, para simbolizar ante todos que Dios todo lo puede y sobre todo gobierna.
Desde Adán hasta Juan el Bautista, no ha habido, entre los nacidos de mujer, nadie más elevado que Juan el Bautista, tanto que sus ojos no serán destruidos. Pero yo he dicho: Aquel de entre vosotros que se haga pequeño conocerá el Reino y será más elevado que Juan.
Este pasaje supone, además de parte del inicio del propio evangelio de san Lucas, un puente (como decíamos) de transición entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Un puente encarnado en sí mismo en la figura de Juan el Bautista
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; porque irás delante del Señor para preparar sus caminos; para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación por el perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que la Aurora nos visitará desde lo alto, para dar luz a los que habitan
en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pies en el camino de paz. —Lc1:76-79
El más grande nacido de mujer desde Adán, quien fue profetizado como vocero del Justo, el que predicaba y bautizaba en el desierto, reforzando esa simbólica imagen de puente entre dos etapas. Porque el desierto —Juan el Bautista— es esa etapa de transición del pueblo entre la vieja concepción del mundo y de Dios y la Buena Nueva que habría de revelar el Justo. Juan el Bautista simboliza el retiro, el ayuno del mundo para el autoexamen; la contrición y la penitencia; el reforzamiento y la conversión. La preparación, en definitiva, para lo nuevo.
Respondió Juan y dijo: Un hombre no puede recibir nada si no le es dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: «Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él.» El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio, que está {allí} y le oye, se alegra en gran manera con la voz del novio. {Y} por eso, este gozo mío se ha completado.
Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya. —Jn 3:27-30
Y, lo nuevo, es la revelación demoledora y radicalmente esperanzadora del Hijo del Hombre:
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
YOU MAKE ALL THIS POSSIBLE.
TOGETHER WE ARE STRONGER. TOGETHER WE WILL WIN.

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Lecturas de hoy y su reflexión, miércoles 23 de diciembre de 2020.
4ª semana de Adviento
Salmo 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14
R/. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación
R/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.
Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación

Lecturas de hoy y su reflexión, miércoles 23 de diciembre de 2020.
4ª semana de Adviento
Primera lectura de la profecía de Malaquías 3, 1-4. 23-24
Esto dice el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como el fuego de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño.
Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra».
¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada?
¿Te han gustado las lecturas de hoy, el evangelio de hoy y su reflexión?

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DESCUBRIENDO A DIOS

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