En la primera de las lecturas de hoy, del santo evangelio según san Mateo, nos encontramos con el mítico episodio del reclutamiento de Simón Pedro, Andrés, y Juan y Santiago de Zebedeo. Una escena cargada de simbolismo, más allá de lo evidente.
Para empezar, Jesús el Justo escoge a dos parejas de hermanos, aludiendo veladamente a la máxima de la progenitura de Dios sobre todos y nuestra condición de hermanos en Cristo.
Os escogeré a uno entre mil y a dos entre dos mil, y aun así seguiréis siendo uno solo.
Ama a tu hermano como a tu alma; cuida de él como de la niña de tus ojos.
Todos ellos son pescadores; lo que se bifurca en dos sentidos, a priori podría interpretarse la elección de su profesión porque el concepto de «pescadores» no tiene la connotación sanguinolenta de, por ejemplo, los cazadores, y es suficientemente contundente por sí sola para dar esa idea de atracción que, evidentemente, un labrador no tendría, puesto que cultiva y cosecha, pero no tiende cebos y pesca.
Y, segundo, porque Jesús encarna en la era de Piscis, el pez, que también alude además al ichtys, el símbolo conformado por dos arcos que se cortan entre sí, imitando el perfil de un pez, y con el que se identificaban secretamente entre sí los primeros cristianos, duramente perseguidos, al completar unos los trazos aparentemente desordenados de otros, y rematándolo XΘΥΣ «Jesucristo Hijo De Dios, El Salvador».
Bienaventurados seréis cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
A los cuatro les conmina a a abandonar sus faenas en el mar para seguirle inmediatamente.
No os preocupéis de la noche a la mañana por lo que vestiréis. Porque os daré aquello que el ojo no ha visto, lo que la oreja no ha olido, lo que la mano no ha tocado y lo que no ha venido al corazón del hombre.
En el caso de los hermanos Zebedeo, abandonando incluso a su padre en la barca mientras repasaba las redes.
Quien conozca a verdadero Padre y a su verdadera Madre será llamado hijo de prostituta.
Y no dudaron en seguirle,
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
sin hacer preguntas, sin esperar a culminar la faena, sin consultarlo con sus familias. Abandonan sus barcas y las redes, incluso a su propio padre carnal por el camino, lo que viene a representar la apertura más absoluta y desapegada de nuestro ego y las ilusiones del mundo carnal para mirar detenidamente hacia dentro, comenzando el camino de redescubrimiento de la divina luz de Dios, de Abba, que se revela, desde lo más profundo de nuestro corazón, como nuestro verdadero ser. Porque nosotros somos uno en Dios.
“Porque vosotros, hermanos, a libertad habéis sido llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. —Gálatas 5:13-14
Y fuera de él están las tinieblas.