La oración del Padre nuestro, así como los evangelios y Hechos de los apóstoles, Apocalipsis y otros escritos del Nuevo Testamento de la Biblia, fueron redactados originalmente en las ediciones conservadas en un dialecto del griego, la koiné o griego alejandrino, del Nuevo Testamento o helenístico.
El desconocimiento de la lengua griega, en general, por la mayor parte de la población, así como la consecuente dificultad que entraña el recitar el Padre nuestro en griego sin perder de vista la profundidad, sentimiento e intimidad de nuestra oración hacen que, hoy en día, el padre nuestro en griego, o Πάτερ ἡμῶν, sea ya una versión marginal de la oración que Jesús nos enseñó.
Y poco importa, en realidad, el recitar la oración del Padre nuestro en griego, en latín, en español, en inglés, arameo… puesto que, como Jesús manifestó a través de los evangelios: lo importante de la oración es recuperar el diálogo auténtico y desde el corazón para con Dios, Padre nuestro, y eso solo requiere de voluntad y sencillez.
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