El Pater noster, la oración del Padre nuestro en latín, fue la versión predominante para el rezo en la cristiandad durante centurias. Incluso las gentes menos instruídas recitaban en latín (vulgar frente al clásico oficial de la Iglesia) el Padre nuestro avanzada la Edad Media.
Hoy, el Pater noster continúa siendo recitado diariamente por congregaciones religiosas en todo el mundo, aunque su uso entre los creyentes es ya marginal. Algo lógico dado, por una parte, el desconocimiento de la lengua latina en general por parte de la población y, por otro, la consecuente dificultad que entraña el recitar el Padre nuestro en latín, sin perder de vista la profundidad, sentimiento e intimidad de nuestra oración.
Y ahí es donde radica la clave porque la oración no consiste en recitar, sino en sentir; se articula con el corazón, no con la razón.
Recordemos que, como dijo Jesús en los evangelios, lo importante de la oración es recuperar el diálogo auténtico y desde el corazón para con Dios, Padre nuestro, y eso solo requiere de voluntad y sencillez.
Por eso, el recitar la oración del Padre nuestro en latín, el Pater noster, en español, en inglés, griego, arameo… ¡Da igual!
El sentimiento, la emoción profunda, genuina y singular que mana armónicamente de cada uno de nuestros corazones, y consecuentemente del de Dios que los comprende, supone ya de por sí la más directa, más cercana, más profunda y más efectiva forma de oración.
el corazón agradecido está cerca de Dios, y quien está cerca de Dios está cerca de los tesoros del mundo.